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Regalo

Uno de los maravillosos Greens no duda en mencionar siempre que el momento en que un escritor alza y ondea la bandera blanca, como tregua al interminable proceso creativo de revisión y curación, en el momento en que uno da 'publicar' y alguien lee esa deforme cosa que acaba de vomitar; a uno ya no le pertenece lo que acaba de escribir. Lo que escribes ya no es tuyo, es de los demás, y lo mejor que puedes esperar es que quien te lee sea lo suficientemente compasivo y amable con tu escrito. Debo decir que Irethización gozó siempre de lectores que me tuvieron una infinita paciencia, que nunca me dejaron morir en esto y permanecieron. Se quedaron por razones que aún no tengo muy claras, pero quedarse es ya de por sí un acto heroico, así que no hay que buscarle mucho sentido. Diré que recién me doy cuenta de lo mucho que odio cuando alguien que hace contenido que me gusta deja de producirlo y, peor aún, elimina todo rastro de sí. Una disculpa por eso. La  última vez  que esc

Ev.

There are seven billion people on this planet who I have not met, and one hundred and ninety five countries I have not visited. Yet I am stuck in this insignificant town being pressured into making decisions about my future when I barely even know who I am. Existen siete mil millones de personas en este planeta a quienes no he conocido, y ciento noventa y cinco países que no he visitado. Sin embargo, estoy aquí estancada en este pueblo insignificante siendo presionada a tomar decisiones sobre mi futuro cuando a penas sé quién soy.

Extraño a Todd.

La propaganda más verdadera y horrible que se ha hecho de los transportes modernos es que "acaban con las distancias". Es cierto. Acaban con uno de los dones más preciados que hemos recibido. Es una inflación que desprecia el valor de la distancia de forma que un chico moderno viaja a cientos de kilómetros con menos sensación de liberación que la que tuvo su abuelo al recorrer sólo quince. Por supuesto, si un hombre odia la distancia y quiere que se acabe con ella, ése es otro asunto. ¿Por qué no se mete en su ataúd de una vez? Ahí hay suficiente poco espacio.                                                                                -C.S. Lewis, Cautivado por la Alegría. Una vez conocí a una chica que había ido, en las vacaciones más cortas que tenemos en la escuela, a Nueva York. Unamused; su emoción al comentarlo en una conversación cualquiera. Eso me dijo una característica grandiosa de ella; presumir no era una de sus virtudes. También me dijo una mala; algo estab

Jugando a ser verde.

Imagen
Para quienes aún no lo sepan, las 2 imágenes que he puesto como portadas de este blog en lo que lleva de existencia (pies, calcetas, arena, zapatos, "Irethización".) fueron tomadas en el desierto. Samalayuca, Chihuahua, 2008; el único en el que he estado y, tal vez por eso, considero tan bello. Pues, bien. Desde 2008 no dejaba la desértica ciudad de Chihuahua, hasta este diciembre. Pero ahora no he viajado al desierto, sino a una 'ciudadcita' bella en la que, al caminar 30 minutos al centro, te encuentras con un pedazo de selva perdida en todo lo urbano que le rodea. Mi hermana lleva un par de años viviendo en Xalapa, Veracrúz y a mí me tocó venir a cuidarla estas vacaciones. En dos días tomaré un avión de regreso al calor infernal de la ciudad moderna que hace mes y medio no veo.  Ya voy de salida, pero hoy se me ocurrió escribirles y mostrarles, como aquella entrada en la que quise amanecer escribiendo, de una forma algo extraña cómo recordaré

15 minutos de -antónimo de plenitud-.

Hace poco leí en el ciberespacio algo así como los sagrados dichos coloquiales, a esta frase supongo que le falta gestación para volverse uno, pero decía algo como: Si de verdad amas una canción, nunca la dediques. Pero como evado mis responsabilidades y no entiendo los dichos coloquiales, aunque eso sea más reciente y como ésto cuenta como tratamiento que yo misma me receto para rearmarme, como el gigante de hierro, quiero contarte que hace tiempo, cuando era una "estúpida enamorada" [jaja] buscaba cosas que me hicieran pensar en ti. Ese instinto de quien quiere, siente, adora, ese instante en el que mi cerebro tomó horas sabáticas y en lo único que me concentraba era en recordarte. Placeres de la vida. Y dentro de esos placeres me dediqué a leer; prosa, poesía. Leí los olores, los sabores, los colores. Y en mi búsqueda encontré y guardé en un documento que abría de vez en vez, para prepararlo, ponerlo guapo y (esperaba) pronto entregarte. Este documento con montones de i

Mis aspiraciones son armas que sigo aprendiendo a usar correctamente.

En el inicio de los tiempos los dioses hicieron la tierra, el cielo, el fuego, el viento y los animales. Y luego también crearon el hombre y la mujer y todos vivían felices. Pero uno de esos dioses era muy cabrón y puso en los hombres la envidia y la ambición y después los otros dioses se dieron cuenta y castigaron a ese dios juguetón y sacaron de la tierra a los hombres ambiciosos. Pero acá abajo se les quedaron unos cuantos de los ambiciosos y se hicieron más y más y más y se quisieron adueñar de todo. Engañaron a los hombres verdaderos y les fueron quitando de poquito, en poquito, en poquito, hasta que quisieron quitarles todo y los sacaron de sus bosques. Los hombres verdaderos vieron que eso no era justo y pidieron ayuda a los dioses. Y los dioses les dijeron que pelearan ellos mismos, que su destino era luchar, pero los hombres ambiciosos eran muy fuertes y los hombres verdaderos decidieron esperar. Y su tierra se llenó de oscuridad y se llenó de tristeza... -¿Y luego? -Y lu

¿Ya notaste que digo Manuel en vez de manual? Así son las cosas por acá.

Resulta que en unas horas saldré rumbo a algún lugar a las afueras de la ciudad y tendré un mini-campamento de fin de semana con mi familia. Pero antes de irme y perderme en la nada, me tentaba la sensación de dejarles aquí algo que he estado leyendo recientemente, bajo el patrocinio de mi hermana que me obsequia este Manuel para que me enseñe a escribir como un humano decente. Escribir, escribir y escribir El refrán de que "echando a perder se aprende" es válido en el oficio de escribir. Entre otros mil colegas suyos, Carlos Fuentes aconseja escribir tres cuartillas diarias para, como dice García Márquez, "mantener caliente el motor". Uno, dos, tres, muchos borradores La escritora norteamericana Mary McCarthy acostumbraba poner 1,500 páginas en un lado de su escritorio y otras 300 en el otro, lo que explicaba diciendo que era necesario arruinar las primeras para conseguir unas 300 bien pulidas.    El gran Jorge Luis Borges afirma que se publica por cansa